Editorial

 

La Naturaleza, Socia o Enemiga
Por: Michel H. Thibaud

 

El próximo año está venciendo el Protocolo de Kyoto, convenio internacional para reducir los gases de efecto invernadero, firmado a fines de la década de los 90. Si bien casi todos los países lo firmaron, su cumplimiento no ha sido el esperado. Sin embargo en estos años la comunidad mundial cobra cada vez más conciencia acerca del deterioro ambiental que sufre la tierra a consecuencia de las actividades humanas.

Una corriente de conocimiento basada en datos científicos, que se divulga entre la opinión pública, predispone a la población, y por consiguiente a los integrantes de los gobiernos de casi todos los países, a tomar medidas que permitan reducir la emisión de Gases Efecto Invernadero. Los cataclismos naturales de los últimos tiempos abonan la sensación del cambio climático que nos

Sin embargo la reflexión profunda y necesaria consiste en cómo es el comportamiento de cada uno de los habitantes del mundo, ya que gran parte de la modificación de conductas se le exige sólo a las empresas, popularmente culpables de la contaminación a consecuencia directa de la “desmedida avidez de utilidades económicas”.

Pero lo primero que debemos preguntarnos es si estamos dispuestos a evitar el consumo de productos que perjudiquen el medio ambiente. Las empresas fabrican lo que los consumidores exigen, y éstos compran lo que las empresas les ofrecen. Estamos en un círculo virtuoso y/o viciosos, según como se lo mire: desde un punto de vista económico o ambiental respectivamente.

En los últimos veinte años el sector empresario ha realizado cambios más que significativos a favor del medio ambiente. Presionado por las reglamentaciones, por la opinión pública o lisa y llanamente por los clientes, ha realizado inversiones, investigaciones y cambios en los procesos productivos impensados hace unos pocos años atrás. Y el proceso continúa a pasos agigantados. Sin embargo la población, sobre todo la del mundo desarrollado, no ha modificado sus hábitos de conducta con similar intensidad.

La Naturaleza ha sido sobrepasada, es decir ya no tiene la capacidad suficiente para absorber todos los desechos que los hombres generamos, por consiguiente, si estamos convencidos que hemos roto el equilibrio dinámico hombre-ambiente, debemos hacer todos los esfuerzos necesarios para lograr una nueva relación que sea sustentable en el tiempo.  Los recursos naturales son finitos, también aquellos que son renovables si no cuidamos sus fuentes de orígen, lo que nos lleva a concluir que si queremos sobrevivir como especie necesariamente tenemos que respetar los límites que nos impone la Naturaleza. La economía ya no es todo. El crecimiento está cediendo lugar al desarrollo y éste último viene condicionado por el respeto al Medio Ambiente.

El los tiempos que se vienen veremos si como seres humanos hemos comprendido el mensaje que nos está trasmitiendo la Naturaleza y somos capaces de modificar nuestras conductas, con la intensidad suficiente para convertirla en nuestra “socia necesaria”, en vez de considerarla “nuestra enemiga permanente”.

Buenos Aires, 5 de junio de 2011