Frío era el día,
cansados los párpados caían.
Nublada estaba la vista,
poco entusiasmo había.
Nada quería, simplemente pensar en tí.
Pensar en tí era lo único positivo que podía hacer.
Recordar la noche anterior.
Recordarte como has estado ayer.
Recordar simplemente tu calor.
Con párpados caídos
los ojos igualmente veían ,
puesto que el frío no impedía
que de mi mente te escondieras.
Poco a poco se veía caer el sol,
pero sin dejar escapar tu calor
no he dejado de sentir tu corazón.
Terminado este frío día
temía no volver a sentir tu calor
y morir congelado por la soledad
aparente de mi corazón.
Pero finalmente he logrado
nunca dejar de pensar en ti,
y recordar en todo instante
lo importante que has sido
anoche frente a mí.
Tomás Thibaud
1 de mayo de 2001