Actualidad y Agro

Ambiente y Transporte en el Sector Agropecuario
Por: Dr. Carlos Adlerstein y Lic. Jorge Porchile

La incidencia ambiental del transporte de insumos y producción del sector agropecuario, es sumamente compleja y con efectos negativos al entorno físico, biológico y humano, que pueden ser minimizados. Se debe proceder a realizar una evaluación del impacto ambiental y adoptar las medidas pertinentes para distintos casos.

En términos generales debemos recordar que en el caso de los productos agrícolas, el uso del trasporte automotor es el de mayor incidencia, con las emisiones que ello produce contribuyendo, en última instancia, con sus efectos al cambio climático. Las cosechas se producen cada día con máquinas de mayor capacidad de trabajo, lo que implica que una sola unidad de producción puede demandar 33 equipos diarios de transporte. Asimismo, considerando que todos los campos del área, proceden a la recolección al mismo tiempo, se observa un serio problema de tránsito, por la cantidad de vehículos circulando durante dichos períodos. En el caso del trigo demanda un porcentaje menor de equipos, pero su cosecha en el sudeste bonaerense coincide con las fiestas de fin de año, inicio de las vacaciones, lo que conlleva a significativos problemas de tráfico, agregando el traslado de los equipos de cosecha que circulan por rutas y autopistas interfiriendo con la circulación vehicular.


Es decir, existe un problema de emisiones a partir de fuentes móviles el cual está en función del tránsito, calidad de combustibles y de los vehículos que se utilizan. A esto se debe agregar la espera en plantas de acopio y terminales portuarias, donde llegan a tener miles de equipos en espera de descarga, además de los trastornos que se sumen en los centros urbanos cercanos.

A todo esto se añade que la legislación, a pesar de la existencia de normativa que regula la calidad del aire, tanto a nivel nacional, provincial y municipal, en algunos casos no se encuentra reglamentada (Ley N† 20.284), mientras que en otros carece de estándares fijados. En resumen, no se ha desarrollado en su totalidad la conservación del recurso en cuestión lo que torna de difícil aplicación, en muchos casos, la normativa vigente.


En el caso del transporte de ganado, también incide el consumo de hidrocarburos, los problemas de tránsito y los riesgos del bienestar animal, que no siempre son tenidos en cuenta, al momento de transportar un número excesivo de hacienda por unidad.

Todos estos efectos pueden ser minimizados, si se procede a un estudio global que incorpore todas las variables. Una de ellas es volver al uso del ferrocarril con mayor intensidad, a la vía fluvial, donde ello es posible, y a promover y/o a limitar el transporte automotor, según rutas, accesos, teniendo siempre un criterio ambiental, social y económico.

Por ello, en esta fase de la producción agropecuaria, debemos contar con políticas públicas, que concurran con una concepción holística, a superar efectos negativos y maximizar beneficios. Es necesario considerar la gran extensión de nuestro país, con polos productivos de diversa índole a lo largo de toda su geografía y con un tendido ferroviario que lo recorra de Norte a Sur.

Cada sector requiere transporte de su producción a los polos de acopio, industrialización y distribución, por lo que se deben considerar como eje de las políticas criterios de eficiencia, integrando necesidades que surgen del pequeño productor, hasta aquellas propias de los sectores a partir de los cuales la economía regional pasa a integrar la economía nacional y, en última instancia, el sector exportador.

Procurar estrategias que desarrollen soluciones sectoriales nos lleva a un modelo productivo donde en los distintos eslabones de la cadena surgen inconvenientes que terminan afectando a todo el sistema. Este abordaje de la problemática en cuestión es sólo una mirada parcial de alguna de las temáticas a mejorar en el sector agroproductivo. Plantear estas ideas como punto de partida es prioritario para mancomunar esfuerzos de los distintos sectores, maximizando así los beneficios que se pueden lograr con las potencialidades de tan vasto país. También debemos incorporar incentivos para las mejoras proactivas, como procedimientos que limiten el efecto negativo evitable.

El planeamiento y la gestión eficiente, con una consideración ambiental holística, también en el transporte, como en toda la actividad agropecuaria, son parte de la agenda de temas, que debemos abordar en el sector. Desterremos para siempre que las reuniones con el sector transportista sean exclusivas para tratar los temas de tarifas y costos, con una visión global, tratemos todo lo que concurre al desarrollo sustentable en nuestras regiones y del país.



Septiembre 2009