El planeta enfermo
por Andrés Peña
Las gripes, al igual que el hantavirus, la fiebre amarilla,
la leishmaniasis, el síndrome de Kreusfeldt-Jacob ("vaca loca"), SIDA1,
el Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS), Ébola, etc.,
son consecuencia del severo impacto que los humanos ejercen sobre el
planeta.
Aves silvestres, hospederos
naturales de la gripe aviar.
(Archivo
Patrimonio Natural) |
La población humana supera los 6500 millones –hacia
fin de este siglo alcanzará los 9 mil millones- y la demanda asociada
de energía y materiales en general y de agua, alimento y espacio
en particular, genera un fortísimo impacto en el ecosistema
planetario, potenciado por el hacinamiento de humanos, cerdos, aves,
vacunos, roedores
y fauna silvestre. Claro ejemplo de esto es China, aunque peor es
la situación en India y mucho peor aún, en Bangladesh,
y así,
la necesidad que tienen los humanos de aumentar el espacio ante el
incremento de su número y de sus necesidades -algunas
verdaderas y muchas otras falsas- genera, a modo de ejemplo, extensos
desmontes
de
ecosistemas silvestres y con ello los brotes de enfermedades infectocontagiosas,
tales como la leishmaniasis, el hantavirus y la fiebre amarilla.
Las gripes a virus HN son, también, efecto de la insalubre convivencia
entre humanos y no humanos. Si bien el virus no es mortal para los no
humanos -como consecuencia de un muy largo tiempo de co evolución
entre el hospedero y el patógeno-, son letales para aquellas especies
que, como la humana, se han puesto en contacto reciente con esos virus
por el consumo de sus hospederos naturales (SARS); o bien por el avance
de los animales de granja sobre los ecosistemas nativos, generándose
así las gripes aviarias por contagio del granjero desde sus
gallinas y patos, los que a su vez se contagiaron al ponerse en contacto
con los
hospederos naturales de esos virus: las aves silvestres.
El desmonte, práctica de la
actividad agrícola-ganadera para expadir superficies cultivables.
(Archivo Patrimonio Natural) |
Estas gripes, coincidentemente, tienen origen
mayoritario en China y en el sudeste asiático. La probabilidad
que tienen los humanos de contraer enfermedades a virus, por interacción
con animales que son hospederos naturales del patógeno y la situación
recíproca: humanos contagiando a no humanos -tal como en el
caso del actual virus de la gripe H1N1- se incrementará con
el aumento de la población humana, la demanda incrementada de
alimentos de origen animal y la necesidad de practicar desmontes de
los ecosistemas
nativos, con el fin expandir la superficie agrícola-ganadera.
Y si a esto le agregamos los viajes en avión,3 hoy accesibles
a numerosísimas personas, concluiremos que las enfermedades
infectocontagiosas tendrán, con el transcurso del tiempo, mayor
probabilidad de surgir y propagarse a una velocidad mayor a la de generación
de nuevas vacunas.
Lo anteriormente descripto se agrava por la no despreciable
tasa de mutaciones que experimentan los virus, lo que exigirá la
producción de nuevas generaciones de vacunas, a un ritmo cada
vez mayor y quizás, inalcanzable.
La ganadería y sus efectos en
el clima (Foto: Iaosa) |
Estimado lector: no serán las nuevas vacunas la solución
a las pandemias, ya que esto sería algo así como creer
que la mejor manera de evitar los efectos de los incendios son los matafuegos
y no la prevención. En tal sentido, los efectos de las futuras
pandemias se evitarán mediante prácticas que ajusten las
reglas económicas a los principios y leyes de la ecología.
La fabricación masiva de vacunas es un buen negocio para los laboratorios
farmacéuticos y la provisión de millones de dosis para
la población; desde los gobiernos, genera una buena opinión
de los políticos, pero así como los matafuegos no evitan
el surgimiento de nuevos incendios, las vacunas no evitarán el
surgimiento de nuevas pandemias. No entenderlo así, generará una
carrera entre virus y vacunas, que terminaremos perdiendo.
¿Qué deberíamos hacer, entonces? A modo de ejemplo, podríamos
comenzar imitando a Sócrates –el filósofo ateniense-
del que dicen que estando en el puerto de Atenas, rodeado de costosísimas
mercancías provenientes de Egipto y Asia, sostuvo: "De
cuántas
cosas no tengo necesidad", ya que nuestras pseudo-necesidades
y despilfarro de materia y energía, son buena parte de la causa
de la destrucción de los ecosistemas nativos –África
y América actuales, son patético ejemplo de esto- y del
origen y propagación de nuevas y viejas enfermedades.
Topadora desmontando en El Impenetrable chaqueño
(Foto:
Chaco Online) |
A lo anteriormente expuesto, podríamos agregar el reemplazo de
la carne, como fuente de alimento, por vegetales y no solamente como
una manera de evitar el surgimiento de enfermedades como las gripes y
la encefalopatía espongiforme (enfermedad de "la vaca loca"),
sino también como una manera de combatir el calentamiento global
y el hambre. Veamos: conforme a la segunda ley de la termodinámica,
cuando el alimento fluye de un eslabón a otro de la cadena trófica
o alimenticia, tan solamente el 10% de aquel, proveniente del nivel anterior,
se incorpora en el nivel siguiente. Un ejemplo al respecto: en la zona
núcleo agrícola de Argentina, se pueden obtener 15.000
kg de maíz por hectárea, los que pueden generar, si son
provistos al ganado vacuno: 1500 kg de carne. ¿Dónde está la
diferencia de masa? En la atmósfera, bajo forma de calor. ¡Se
han perdido 13500 kg de alimento! Si nos alimentáramos de granos
y vegetales en general, ¡los humanos dispondríamos de una
cantidad de alimento 10 veces superior a la actual y no habría
hambre en el mundo!
Por otra parte -y contrariamente a la falsedad sostenida de manera
generalizada-, las proteínas de origen vegetal tienen la misma calidad que las
de origen animal: están compuestas por los mismos aminoácidos
y en la misma cantidad. No hay mamíferos terrestres más
vigorosos que los elefantes y estas criaturas solamente se alimentan
de pasto; por otra parte, su metabolismo básico es igual al nuestro,
es más, nuestro metabolismo básico no difiere del bacteriano,
por lo que el estudio de las bacterias ha sido especialmente útil
para entender nuestro propio metabolismo. El mismo razonamiento podríamos
hacer respecto de la acuicultura o crianza de peces en cautiverio.
Con respecto al cambio climático, al que se le atribuyen catástrofes
ambientales bajo la forma de tormentas, inundaciones y sequías
-causantes de la pérdida de cosechas y de hambre-, además
de ser asociado a una mayor probabilidad de diseminación de enfermedades
infectocontagiosas, tiene en la ganadería una de sus causas. Veamos
por qué: las vacas –la especie más difundida de ganado-
al igual que todos los rumiantes, eructan metano (CH4 ) como desecho
de su proceso digestivo y este gas es un potentísimo generador
de cambio climático, mediante la producción de efecto invernadero: ¡20
veces superior al dióxido de carbono (CO2)! Ahora bien, hoy se
están desmontando vastas superficies selváticas –la
Amazonía, es un lamentable ejemplo de ello- con el fin de hacer
espacio para el ganado o bien para sembrar especies forrajeras que sirvan
de alimento para ese ganado. La destrucción de esos bosques tropicales
impacta severamente sobre el clima, ya que su desmonte suprime una vasta
superficie fotosintetizadora que actúa como sumidero, capturando
dióxido de carbono, por lo que este gas, que en condiciones naturales
es capturado por la vegetación, comienza a acumularse, de manera
creciente, a nivel planetario. Agreguemos a esto, que a menudo esas selvas
son destruidas mediante el fuego, como práctica rutinaria –clareo-
por lo que desde la vegetación ardiente, también se desprende
una muy importante cantidad adicional de CO2. Conclusión: la ganadería
es fuente, tanto directa como indirectamente, de gases de efecto invernadero
y con ello de cambio climático y de todos los severos trastornos
asociados a este cambio.
Estimado lector: NO ENCONTRAREMOS LA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS
PLANETARIOS NI EN LOS AUTOS A HIDROGENO –que ni siquiera pueden
resolver el problema del tránsito- NI EN LAS VACUNACIONES
MASIVAS, SINO EN LOS PRINCIPIOS DE LA ECOLOGÍA. |
(*) Lic. Andrés Peña. Ecólogo.
investigacionesaustrales2000@yahoo.com.ar
Agosto 2009
1-El SIDA se propagó desde África, por los cazadores de monos
2- Los humanos no solamente superan en número a los mamíferos silvestres
todos, sino que también los superan en demanda de bienes naturales, muchas
veces despilfarrados. El siguiente es un elocuente ejemplo: un humano de peso
medio consume, en los países industrializados, 200 litros de agua por
día, o sea, ¡el mismo volumen que consume un elefante de 4000 kg
! y si agreguemos a esto, que los elefantes de India y África suman unos
650.000 individuos, mientras que los humanos somos más de 6500 millones,
tendremos una idea del impacto que ejercemos sobre los recursos del planeta.
3- Hace un siglo era necesario emplear largos días, para viajar de un
sitio a otro, mientras que hoy, tan solamente horas, por lo que un enfermo infectocontagioso,
hace un siglo, moría durante el trayecto, mientras que hoy, al alcanzar
con vida el lugar de destino, puede contagiar a la comunidad local.
Bibliografía recomendada:
"La especie suicida. El peligroso rumbo de la humanidad" Valledor,
Arturo. Edit. Díaz de Santos. S.A.
"La sexta extinción" Leakey E. Richard. La Isla Libros.
"Ecocidio" Broswimmer, Franz J. Icaria Libros.
"El futuro de la vida" Wilson, Edward O. Galaxia Gutenberg
"Historia ecológica de Latino América" Brailovsky,
Elio. Le Monde.
También se sugiere la visita de los sitios, en Internet, del World Wildlife
Fund (Fondo Mundial para la Naturaleza) y de la IUCN (Unión Internacional
para la Conservación de la Naturaleza. UICN), de ambos existe una versión
castellana.
Agosto 2009 |