La Actividad Agropecuaria y La Fauna Silvestre

por Carlos Adlerstein y la Lic. Maria Laura Mateo



Dentro de cualquier tipo de sistema productivo, la pregunta que siempre debemos hacernos es, si la fauna silvestre realmente representa una dificultad para nuestra producción, ya sea en términos de rendimiento, calidad o eficiencia en los procesos. Es importante tener presente que la fauna silvestre que compone los agroecosistemas cumple un rol fundamental en las interacciones interespecíficas, tanto entre los diferentes grupos pertenecientes al reino animal, como también entre el reino vegetal, y con los cultivos como parte integrante de este último.

En primer lugar, debemos mencionar que estos agroecosistemas son complejos y están conformados por una gran variedad de especies de animales y vegetales, como la microfauna que habita los intersticios del suelo y es fundamental para su desarrollo y para que en última instancia los vegetales puedan aprovechar y hacer un uso eficiente de sus nutrientes, pasando por la fauna entomológica, compuesta por la infinidad de especies pertenecientes a diferentes órdenes (Ortópteros, Dípteros, Lepidópteros, Colémbolos, Hemípteros, Himenópteros, Homópteros, Coleópteros, Dipluros, Proturos, entre otros), hasta los grandes vertebrados.

Como parte integrante de estos agroecosistemas debemos mencionar también a las especies de mamíferos perjudiciales no sólo para nuestros cultivos sino también para la salud del hombre, como ser algunos roedores transmisores de enfermedades. También especies cavícolas o aquellas que destruyen los cultivos que para ellos representan un recurso forrajero. Para los loros, representantes bien conocidos de la avifauna que compone estos ecosistemas, los cultivos también son una fuente casi inagotable de alimento.

Es importante identificar especies potencialmente perjudiciales o benéficas desde el punto de vista agronómico, resaltando que dentro de estos grupos existen también enemigos naturales que evitan que las plagas desarrollen altas poblaciones, al verse favorecidas por la gran superficie cubierta por monocultivos. Este tipo de producción monoespecífica concentra las actividades agrícolas haciendo que las plagas encuentren una gran masa vegetal donde desarrollarse e incrementar así exponencialmente sus poblaciones llegando, en algunos casos, a diezmar los cultivos causando así grandes pérdidas económicas. Para esto es importante conocer los fundamentos ecológicos del manejo de plagas y sus problemas, detectando a través de la investigación y la información disponible cuáles son aquellos órdenes y familias, tanto animales como vegetales, de importancia agrícola.

Se debe comprender y tener presente que los ecosistemas, ya sean naturales o productivos (intervenidos antrópicamente), ofrecen distintos tipos de servicios agroecosistémicos vitales (reservorio de germoplasma "in situ"; refugio de organismos reguladores de plagas, malezas y patógenos; secuestro de carbono atmosférico, entre otros), aunque de difícil valorización económica, lo cual hace que no se los tenga en cuenta a la hora de planificar nuestra actividad y utilización de los recursos naturales.

Es por todo esto que se requiere proponer prácticas agrícolas más adecuadas integrantes de una gestión no sólo productiva y económica sino ambiental, tendiente a favorecer la diversidad y así lograr el equilibrio biológico que armonice la producción agraria, la conservación de los recursos naturales y el desarrollo rural.

Dentro de estas prácticas, los productores y sus asesores deben llevar a cabo análisis de riesgo, de costo / beneficio, luego de realizar un diagnóstico preciso de la situación puntual que los afecta, para emprender así las acciones que correspondan. Es importante no actuar de manera sistematizada, extrapolando métodos de control generalizados, puesto que en cada cultivo se presentan condiciones diferentes, dependiendo de dónde se sitúan, las características ambientales, del tipo de cultivo y su grado de evolución, de la plaga presente y de la intensidad del ataque. De esta manera existen mayores probabilidades de poner en práctica un método menos nocivo para el ambiente, para el hombre y menos costoso al resultar más eficaz.

Al lograr estos objetivos es posible incorporar las tecnologías de Manejo Integrado de Plagas que integran prácticas de diversa índole: resistencia genética, manejo de los tiempos y de las labores, inducción de resistencias, etc., tendiendo a restringir el uso de agroquímicos y a mantener el nivel de ataques en grados económicamente tolerables.

La expansión de la frontera agropecuaria ha limitado el área de distribución de las especies silvestres, que aún coexisten dentro de nuestros sistemas agroproductivos. Su supervivencia depende de una gestión eficiente y responsable, basada en el conocimiento de la dinámica de sus poblaciones, las cuales se encuentran disminuidas y algunas, incluso, en riesgo de extinción. Conociendo su estado de conservación es posible lograr una gestión agropecuaria que sea compatible con la presencia de estas especies, que en muchos casos son perseguidas o cazadas con diferentes fines (deportivo, control de plagas, alimentación o simplemente diversión negligente). Esta es una cuestión que está sujeta a nuestra actitud frente al entorno y a la cuestión ambiental, por lo que los productores agropecuarios, como administradores de una parte de la naturaleza, debemos tomar participación activa, en la conservación y manejo de estas especies, siendo solidarios respecto de nuestra responsabilidad social y ambiental.


Julio 2009