Energía: ¿política
de Estado?
(5 de Junio de
2007)
La especie humana, la única con capacidad
de abstracción entre todas las que habitan la tierra,
se tomó los últimos diez mil años para ocupar
todos los ecosistemas. Salió también de los confines
de este mundo para incursionar en el espacio y accede hoy a las
profundidades marinas. Cuenta con la suficiente capacidad técnica
para modificar el ambiente o manipularlo según sus necesidades.
Pero esta aplicación de inteligencia no le ha servido
para conservar y potenciar las insustituibles condiciones ambientales
que nos brinda gratuitamente la Naturaleza.
La velocidad del crecimiento tecnológico, basado en energías
no renovables, pareciera que transita a contramano, generando
externalidades negativas y por consiguiente sobrepasando las
capacidades de recuperación de los ecosistemas. En los últimos
treinta años son evidentes las advertencias naturales
de tales deterioros, pero aún no ha surgido un acuerdo
global que permita a nuestra atmósfera continuar con su
rol protector.
En la Argentina pareciera que estos temas no nos competen dado
que no se traducen, por ahora, en catástrofes que puedan
ser atribuibles a irresponsabilidades en ese sentido. Pretendemos
dirigir las decisiones de nuestros vecinos –como es el
caso de la pastera uruguaya– sin exigir los mismos parámetros
ambientales a las papeleras ubicadas en nuestro país.
Nos preocupamos por la contaminación del Río Uruguay
y no miramos nuestros propios ríos como el Riachuelo y
el Reconquista insertos en un conurbano atestado de población
humana.
Pero en este aniversario del Día Mundial de Medio Ambiente
abordamos el tema de la energía ya que se perciben efectos
negativos anunciados años atrás. Altamente dependientes
de una energía que se agota, nuestra sociedad improvisa
sin medir las consecuencias que nos afectarán en el futuro
cercano.
El petróleo era, hasta hace poco tiempo atrás,
una necesidad insustituible pues su bajo costo no permitía
la aparición comercial de nuevas alternativas. Otras energías
eran prácticamente imposibles de utilizar, tanto por su
costo como por sus limitaciones técnicas. Pero han aparecido últimamente
algunas opciones que a simple vista parecieran “milagrosas”,
pero cuando se las analiza en detalle cuentan con más
complicaciones que ventajas.
En primer término nos referiremos al biodiesel, un derivado
de los cultivos oleaginosos como soja, girasol, colza, palma,
etc., que ha cobrado notoriedad en el último año.
De acuerdo a la difusión pública, y a los personajes
y estados que las patrocinan, inducen a pensar que nos encontramos
ante la solución a los problemas energéticos, que
un juicio más detallado indicaría dificultades
insalvables si se pretende abastecer la totalidad de la demanda.
Tampoco es una garantía desde el punto de vista ambiental
ya que el avance de la agricultura sobre zonas boscosas llevará el
deterioro a niveles intolerables. Por otra parte, aunque se destine
todas las tierras agrícolas del mundo a la producción
de biocombustibles, será imposible abastecer la demanda.
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La energía eólica, otra novedad que cobra auge
y aporta soluciones, es una alternativa adecuada ya que aprovecha
fuerzas naturales que se pierden si no se las utiliza. Pero el
inconveniente más importante es su dificultad para almacenarla
y/o conservarla. Se la debe utilizar solamente cuando se la genera
y esto a veces no es posible. La tecnología en este sentido
viene avanzando en forma ininterrumpida permitiendo que se aprovechen
corredores de viento ubicados en lugares donde es casi imposible
la vida humana. Se han instalado “granjas eólicas” en
el mar, en zonas desérticas y en las montañas aprovechando
corrientes de aire casi permanentes. Conectados a las redes eléctricas
son una importante solución, pero no llegarán a
superar el diez por ciento de la demanda total.
La energía solar, si bien es una opción muy interesante,
hoy día no cuenta con una tecnología económica
que permita su captación en grandes volúmenes.
En actividades de bajo consumo es utilizada en zonas alejadas,
donde no hay otras alternativas aptas.
No entraremos a detallar las energías como la nuclear
o la hidráulica, ya que las mismas requieren, en general,
megaobras de infraestructura y cuentan con importantes cuestionamientos
ambientales.
Sin embargo, más allá de las diversas opciones
expuestas, es necesario contar con una fuerte conjunción
entre el sector privado y los gobiernos. Las políticas
sobre energía requieren, en cualquiera de sus opciones,
soluciones a muy largo plazo, ya que las obras civiles y las
inversiones no se resuelven de un año para el otro. Tanto
en generación como en distribución es necesario
contar con plazos para su planificación que abarque más
de un lustro. Los usuarios, sobre todo quienes se dedican a procesos
productivos y son demandantes de energía deben contar
con la suficiente previsibilidad para cumplir con sus objetivos.
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Lamentablemente en nuestro país tenemos una inmensa capacidad
de improvisación, generalmente en manos de personas que
cuentan con poder para imponer sus ideas. Esta forma de conducir
los destinos de la Argentina acarrea consecuencias, que para
algunos parecen menores, pero que desde el punto de vista ambiental
son de alto impacto. Nos referimos por caso a la importación
de gasoil venezolano, con alto contenido de azufre cuyo resultado
es la lluvia ácida y a la generación eléctrica
con motores a explosión en cada empresa, generando niveles
adicionales de dióxido de carbono y otros gases de efecto
invernadero.
La Naturaleza responde a leyes físicas, donde las consecuencias
de violarlas a veces no se perciben en el mismo lugar y al mismo
tiempo. Pero no por ello son menos importantes. Quienes improvisan
con la provisión de energía, buscando beneficios
económicos, políticos o sociales en el corto plazo,
condenan a toda la comunidad a sufrir consecuencias insalvables
en el largo plazo. Estarán más expuestos quienes
cuentan con menores recursos para protegerse de las inclemencias
climáticas.
Finalmente debemos saber que en realidad hoy no estamos solucionando
problemas actuales en temas energéticos, como tampoco
preparándonos para el futuro. Simplemente avanzamos desgastando
el capital, en vez de vivir de los intereses. En el futuro la
Naturaleza indefectiblemente nos pasará la cuenta.
Michel H. Thibaud
Presidente
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