El
Medio Ambiente ¿será alguna vez Política
de Estado?
(5 de junio de
2006)
Los argentinos habitamos un país privilegiado
por la magnificencia de sus recursos naturales con una variabilidad
paisajística casi invicta. Con ecosistemas que van desde
el trópico hasta la antártida y desde los desiertos
hasta las selvas podemos afirmar que lo nuestro resulta en una
exuberante biodiversidad. Otros países tendrían
más especies pero difícilmente tantos ecosistemas
diferentes.
Siguiendo
la misma línea argumental diremos que nuestra política
referida al medio ambiente también ha sido muy diversa.
Sin coherencia ni continuidad hemos pasado de una Secretaría
de Estado (con nivel ministerial), a una devaluada Secretaría
en el Ministerio de Salud.
Asimismo la educación, tan necesaria para
comprender la importancia de preservar los bienes naturales como
generadores gratuitos de servicios indispensables para la vida
humana, tampoco se encontraría dentro de las prioridades ya que sus réditos
no se obtienen en plazos electorales.
Sin embargo, el
tema ambiental retoma su importancia con la instalación
de dos plantas papeleras en la vecina localidad de Fray Bentos.
La decidida voluntad de los vecinos de Gualeguaychú logra,
mediante acciones de cuestionada legalidad, insertarse en la agenda
nacional. La
osada actuación de la reina de la comparsa carnevalesca,
atrajo la atención mundial bailando, vestida con lentejuelas,
frente a los presidentes de los principales países latinoamericanos,
en Viena. Este acontecimiento desencadena entonces en la Argentina
una jerarquización de la repartición ambiental,
pero se utiliza como bien de cambio político, en aras de
un pluralismo ad hoc. Ahora que el primer ofrecimiento cayó
en saco roto, esperemos que quien definitivamente asuma tenga
la idoneidad suficiente para el cargo y no que nuestra calidad
de vida continúe dentro de los vaivenes del oportunismo
político, ignorando la colmada capacidad de carga de los
ecosistemas.
Por otra parte no todo es negativo. Empresas,
organizaciones civiles y particulares, que comprenden la necesidad
de cuidar la naturaleza, continúan trabajando con ahínco
para que la Argentina no pierda sus riquezas. La conciencia que
se ha despertado en la ciudadanía pone de manifiesto las
voluntades, emprendimientos y acciones que siguen adelante a pesar
de la inacción pública.
Nuestros
recursos naturales no son inagotables pero caeremos en la cuenta
de sus límites cuando el proceso sea seguramente irreversible.
Por ello una política de “presión excesiva”
sobre los actores económicos llevará a una sobrexplotación
de los mismos, agotando mares, bosques, tierra y cursos de agua,
a pesar de una generalizada ilusión de crecimiento económico
reflejada en índices que no miden su agotamiento. Si extraemos
más de la capacidad de reposición de los ecosistemas
en realidad nos estamos “comiendo” el capital, en
vez de vivir de los “intereses”.
Esperemos que las señales emanadas de la
sociedad misma convenzan a quienes detentan el gobierno para que
de una vez por todas generen Políticas de Estado en Medio
Ambiente y en Educación . Que tengan la valentía
y el coraje de abrir las puertas a un pluralismo serio y creativo
donde sean bienvenidas todas las opiniones e ideas sin exclusiones.
Seguramente entonces podremos construir una nación donde
la educación, la tolerancia y el desarrollo sostenible
(social, económico y ambiental) sean valores compartidos
y comprendidos por todos.
Michel H. Thibaud
Presidente
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