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Entrevistas

“Es clave saber cuál es la verdadera situación de China en términos de emisiones”

Entrevista al Licenciado Osvaldo Girardín, Economista de Fundación Bariloche. Participó en la elaboración de la Segunda Comunicación Nacional a la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Cambio Climático.

 

¿Qué es una comunicación nacional?

Es uno de los compromisos que asumieron los países cuando firmaron la Convención sobre Cambio Climático. Implica informar a la Conferencia de las Partes cuál es la situación del país en términos del cumplimiento de los compromisos de la convención. El corazón de la comunicación nacional, sobre todo para los países no Anexo I, es el inventario, que es una especie de fotografía de un año de cuáles son las emisiones en distintos sectores de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Pero además tiene algunas otras cuestiones relacionadas con la información de lo que están haciendo los países sobre el cambio climático. Hay un componente que es el de políticas y medidas, porque si bien los países no Anexo I no están comprometidos a reducir una cantidad específica de GEI, sí están comprometidos a involucrarse junto con el conjunto de países en tomar medidas y tener en cuenta los efectos esperados del cambio climático en las políticas que llevan a cabo. También hay capítulos de la comunicación nacional que explicitan cuáles son las circunstancias nacionales, porque no todos los países parten desde el mismo punto en términos de acceso a recursos, posibilidad de presentar información, incluso de necesidades de calefacción o refrigeración. Entonces, se tienen en cuenta esas circunstancias ya que la Convención dice que hay responsabilidades comunes pero diferenciadas. Otros puntos de la Comunicación Nacional son qué políticas de mitigación se están llevando a cabo, qué evaluación se hizo sobre la vulnerabilidad del país al cambio climático y qué medidas de adaptación eventualmente se han llevado a cabo. Hay también capítulos sobre sensibilización pública y educación. Y está el tema de cuáles son los arreglos institucionales para enfocar el tema del cambio climático. Hay países que tienen un ministerio y una oficina que hace el inventario. Otros países tienen sistema de redes donde diversos organismos públicos o privados se reúnen para hacer los inventarios. En definitiva, la comunicación nacional muestra en qué situación está cada país y cuál es el esfuerzo que está haciendo según sus propios recursos.

 

¿Cuál es la importancia de que China presente su primera comunicación nacional?

En este momento China es el segundo emisor de GEI a nivel mundial. China además forma parte de los países no Anexo I, entonces no tiene compromisos cuantitativos de reducción de emisiones. Por otro lado, teniendo en cuenta que todavía tienen regiones de gran pobreza, se espera que en el mediano y largo plazo China incremente sus emisiones a medida que ciertos sectores de la población vayan accediendo a otros estándares de vida. Es clave saber cuál es la verdadera situación en términos de emisiones de China porque es un actor muy importante a nivel internacional en términos de emisiones y se espera que también lo sea en un futuro.

 

¿Qué costo tiene hacer una Comunicación Nacional? ¿De dónde se consiguen los fondos? ¿Están asignados en el presupuesto Nacional?

El costo de la Comunicación Nacional depende fundamentalmente de una cosa: el alcance que se le quiera dar. Hay Comunicaciones Nacionales que valen u$s 300.000, pero uno tiene que tener en cuenta cuál es la estructura institucional del cálculo o del armado de esa comunicación. Por ejemplo, en el caso de Uruguay, hay un funcionario, Virginia Sena, que se encarga de calcular las emisiones de gases de efecto invernadero del sector de energía, procesos industriales y residuos. Acá, en Argentina, para realizar el mismo trabajo hay 5 o 6 grupos. Diferentes instituciones se encuentran trabajando en ello: la Facultad de Agronomía de la UBA, el INTA Castelar, el laboratorio Lisea de la Plata, La Fundación Bariloche, ex funcionarios de la Secretaría y del ENRE, la Comisión Nacional de Energía Atómica, gente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Además, es necesario tener en cuenta que muchas Comunicaciones Nacionales son, fundamentalmente, el inventario y un pequeño resumen de Medidas y Políticas. En otros casos, también implican estudios sobre vulnerabilidad de adaptación y mitigación. Los fondos que financiaron esta comunicaciones, hasta el momento, fueron generalmente Fondos GEF.

 

¿Y en el caso Argentino qué costo tiene?

En el caso Argentino, según los datos que manejo, el costo para esta Segunda Comunicación Nacional fue de u$s 1.100.000. En la primera, creo que estuvo en el orden del millón de dólares. En ambos casos fueron Fondos GEF, solo que para la primera fue a través del PNUD, y esta segunda, la agencia de implementación de esos Fondos es el Banco Mundial.

 

 

¿Ha sido posible trabajar los datos del inventario desagregados por actividad y por provincia en los inventarios anteriores?

No siempre los datos de actividad son los mejores. Desgraciadamente, a veces, hay datos agregados a nivel nacional, que no se pueden cotejar con los datos a nivel provincial, por ciertos problemas de comunicación con las direcciones provinciales, tanto de ganadería como en la parte agrícola y forestal. Esto impide que podamos cruzar los datos. Existen cortocircuitos de carácter político, y de diversa índole, que nos obliga a poner entre paréntesis la información oficial que estamos utilizando, por la imposibilidad de chequearla con el grado de exhaustividad que nos hubiese gustado. Las incertidumbres en el sector forestal son fundamentalmente esas. No sucede lo mismo en el sector energético. Los grados de incertidumbres son menores porque uno tiene el combustible, el contenido de carbono del combustible, la tecnología que usa. Entonces, tiene un factor de emisión que, más o menos, se va a acercar bastante a un nivel de emisiones apropiado como para presentar en el informe. Además, en el sector ganadero los datos dependen mucho del tipo de producción que se esta utilizando. No es lo mismo, el factor de emisión en Feet-lot, que el factor de emisión de la vaca que va caminando y pastando por el campo. Por lo cual el rango, la varianza que hay entre los distintos factores de emisión puede ser importante.

 

¿En este último inventario, están desagregados por provincias los factores? Sería un dato muy útil.

En el caso del 2000, vamos a tratar de que los datos de los inventarios estén lo suficientemente desagregados. Aún utilizando la metodología que tenemos que utilizar, hay cruces de información que son muy interesantes. Tenemos una metodología ad-hoc para tratar de que, cerrando el dato final con la metodología actual, éste se pueda desagregar todo lo posible, por lo menos en los sectores cruciales. O sea, emisión de gases de efecto invernadero por uso de gas natural, en generación de electricidad, etc., tratando de obtener todos los datos. De todas maneras hay que tener en cuenta que tenemos un problema importante para la obtención de los datos por actividad. Por ejemplo, en el sector de energía, que sigue siendo el sector principal, los datos están  todos agregados, los sacamos de la fuente principal que es el balance energético del país. O sea, no es que tenemos los datos por provincia y nosotros los agregamos para hacer un total país, sino al revés, y solo en algunos casos están desagregados. Por eso tenemos que hacer un esfuerzo adicional para desagregarlos. Estamos pensando con la gente de inventario, en lograr que sea un proceso más automático, que tengamos mayor riqueza de información. Para ello estamos evaluando las posibilidades de armar un proyecto GEF  en el cual contemos con alguna agencia (por ejemplo, el INDEC) que se encargue de recabar toda la información que sea relevante para hacer el inventario. De esta forma podríamos tener la  información tanto agregada como desagregada. Porque yo entiendo, desde el punto de vista de la riqueza informativa y la riqueza de análisis de la información, tener la información desagregada sería ideal. Pero desgraciadamente nosotros tenemos una secuencia que es la inversa. Tenemos el dato agregado y después tenemos que hacer malabarismos para saber de donde viene.

 

Respecto de esta falta de datos estadísticos y de factores de emisión que está mencionando, ¿existe algún mecanismo por el cual se intenta corregir esta falencia?

Tenemos factores de emisión propios en el sector energético por la mediciones que lleva a cabo el ENRE y la Comisión Nacional de Energía Atómica, en todo lo que es Dióxido de Azufre y Dióxido de Nitrógeno, en las Centrales Térmicas que regula el ENRE. Esos datos sí son propios, y son datos que tienen más de 10 años, lo que indica que son datos confiables. Respecto de las carencias informativas hay un proceso que se viene dando desde hace un tiempo y tiene que ver con un deterioro en la calidad de la información oficial, sobre todo en algunas agencias, y que responde a distintos motivos. La privatización es uno de ellos, pero no el único. También está el debilitamiento de los departamentos que se dedicaban a recolectar la información y sistematizarla en todo el sector público. Nosotros conseguimos una manera ad-hoc de solucionar eso, por medio de un proceso altamente participativo con aquello actores relevantes, desde el punto de vista de la generación de la información que para nosotros era útil. Cuando lanzamos las tareas del inventario convocamos al sector industrial y al sector energético, porque sabíamos que eran nuestras principales fuentes de información alternativa. A ellos les dijimos: “miren, vamos a hacer el inventario, esto es una herramienta útil para el país, pero también  para ustedes, nosotros queremos el mayor grado de colaboración posible para estar seguros de que el dato que estamos poniendo es el más útil para todos y es el más certero”. En ese momento tuvimos bastante suerte, porque algunas instituciones que nuclean a estas empresas, por ejemplo el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas, o el Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sustentable, o ciertas cámaras empresariales, colaboraron suministrando la información con el grado de apertura que la información oficial no nos da. De todas maneras, consideramos que, efectivamente, tendría que haber una acción dirigida desde el sector oficial para sistematizar toda esta información y hacerla oficial. Porque, en definitiva, en buena parte de los casos nosotros tenemos la información porque hace 10 años que conocemos a esta gente, tenemos una buena relación y, fundamentalmente, porque venimos haciendo el inventario con ellos. Pero ellos no tienen ninguna obligación de darnos información. Y eso, para la calidad de la información, a futuro, es peligroso, porque cambia esta gente y ya el dato no lo tenemos más. Además, el otro peligro es que con la apertura de nuevos sectores (como sucedió en el 2000) nos falten datos que impidan que podamos comparar los nuevos inventarios con los de años anteriores. Pero creo que la solución para que la información se encuentre disponible para todo el mundo es que haya una ley estadística, o algo similar, que asegure esa disponibilidad. Porque de otra forma hay mucha información por la cual habría que pagar para conseguirla.

 

¿En qué medida se va a crear conciencia por el uso de glifosato en las fronteras agrícolas que se está haciendo en Chaco, Salta, Jujuy, Corrientes a causa del crecimiento del cultivo de soja transgénica?

Desde nuestro papel, elaborando el inventario, todo lo que podríamos hacer es advertir: “según los datos que nosotros tenemos, hay que prestar mucha atención porque esta situación se está profundizando”, o no. Porque, además, hay que tener en cuenta que nosotros estamos sacando una fotografía del año 2000, y ese es el año del inicio del boom de la soja, el pico fue en el 2002/2003. Por ejemplo, los expertos que están calculando el inventario en la parte agrícola, observaron que hay un fuerte desplazamiento de cultivos tradicionales por cultivo de soja. Eso ya se ve en el 2000. En este sentido está vinculado a nuestro relevamiento. Porque tengo mis dudas respecto de hasta que punto es lícito que nosotros nos metamos en otros ámbitos. En lo que nos corresponde a nosotros, sí estamos mostrando: “miren, este avance de ciertos cultivos sobre otros implica, desde el punto de la emisiones de gases de efecto invernadero, esto”. Es una de las ópticas desde las cuales se puede ver el problema. Pero, evidentemente, en el inventario de gases de efecto invernadero no podemos decir mucho de los glifosatos. Pero a buen entendedor pocas palabras. Si uno ve que están aumentando las superficies sembradas y cosechadas de una especie determinada de semilla, que es la que usa el glifosato, también desde ahí podemos aportar datos útiles para que otro tome esa posta. Desde nuestra función, lo que va a quedar explícitamente consignado es que el avance del monocultivo de ciertas especies (en este caso, oleaginosas, fijadoras de nitrógeno) trae estos inconvenientes. Mucho más no podemos decir, pero podemos garantizar que el inventario tenga el mayor grado de transparencia. Es decir, que sea lo más replicable posible.

¿Cómo ve las negociaciones de la COP?

Recién empezaron. El hecho de que el Protocolo vaya a entrar en vigor hace que esta reunión sea distinta a otras. Se nota en las negociaciones una cosa de algarabía. Lo que no quiere decir que necesariamente se vaya a avanzar mucho. Hay algunas cuestiones en las que sería importante avanzar: en el Mecanismo para el Desarrollo Limpio y en cómo se implementan algunos de los mecanismos que están involucrados en el propio protocolo.

 

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